Un mal negocio
El aumento del independentismo en Catalunya no es casual ni tampoco responde a una serie de circunstancias difíciles de explicar.
Mientras el independentismo catalán de principios de los 80 y de los 90, pese a ser portador de la actual llama, respondía en muchos casos a cuestiones identitarias, que en algunos casos imposibilitaba una mayor aglutinación; podemos decir que a día de hoy se puede constatar con soltura a equivocarnos que el independentismo catalán del siglo XXI es transversal, plural, cívico y sobre todo democrático, por ello no deja de aumentar. El independentismo catalán crece porque las razones para apostar por un nuevo estado, son muchas y muy diversas; la cuestión económica, la supervivencia cultural, la profundización a nivel democrático, el derecho inalienable que tienen los pueblos a decidir su futuro, las cuestiones históricas, los agravios comparativos con España, la voluntad de vivir mejor, etc.
Por ello el abanico de razones son numerosas y porque la actitud del estado español hacia Catalunya no ha hecho nada más que contribuir y aumentar la desafección de los catalanes hacia a la España monolingüe y centralista. Por contra, el españolismo o unionismo en Catalunya sólo responde a día de hoy a puras razones identitarias, pero más allá de estas razones no se expone ningún argumento que justifique la actual dependencia de Catalunya con España. Y aquí, pese a que el discurso economista no entusiasme a ciertos colectivos independentistas, es donde podemos tejer complicidad con ciertos sectores de la sociedad catalana que hasta ahora no mostraban demasiadas simpatías hacia el independentismo. Al final, no sólo la situación cultural muestra el espíritu colonialista de España con Catalunya, el aspecto económico diría que es donde actualmente se visualiza de manera clara y rotunda la política colonial que fomenta la España constitucional respecto a Catalunya.
Porque si dejamos las razones identitarias a un lado y nos centramos en el día a día, ¿quién puede defender el espolio que padecemos todos los catalanes, independientemente de si se sienten españoles o catalanes?
¿Quién puede defender por razones identitarias que España robe a Catalunya 60 millones de euros al día a partir del déficit fiscal?
¿Quién puede defender que los estudiantes catalanes reciban sólo el 5% de todas las becas del estado y los estudiantes de Madrid reciban el 58%?
¿Quién no querría ver aumentada por meras cuestiones identitarias la renta per cápita anual de los catalanes en unos 2.400€ al año si tuviésemos seguridad social propia?
¿Quién puede defender que el “Ministerio de Cultura” haga un gasto anual por cada español de 47€ y por cada catalán sólo de 5€?
¿Quién querría viajar por puras cuestiones identitarias con el 40% de los trenes construidos por el estado durante la década de los 70 que se consideraron obsoletos y que aún circulan por Catalunya, mientras que Madrid sólo tiene el 4%?
¿Quién no querría ver a su país 7 veces más rico como dijo el Premio Nobel de Economía Aplicada en la UB el pasado mes de mayo?
¿Quién puede defender por causas identitarias que 1 de cada 3 años el Ministerio de Fomento no invierta nada de nada en Catalunya?
¿Quién quiere, pese a ser catalán y sentirse español, que cada año nos roben 20.000.000.000 de euros (11% del PIB), siendo así la región del mundo que sufre más déficit por parte de su gobierno? ¿Realmente sentirse español en Catalunya compensa eso?
Como residente en Catalunya, ¿quién puede tolerar, por cuestiones identitarias, que por cada 12,7 millones de euros que se invierten en medio-ambiente en el aeropuerto de el Prat, se inviertan 300 millones al de Barajas?
Por muy españolista que uno sea en Catalunya ¿se puede defender que entre 1985 y 2005 sólo se hayan construido en Catalunya 20km de autovías mientras que en Madrid se hagan cerca de 900 en idéntico periodo?
Por motivos identitarios ¿se puede aceptar y no protestar cuando en Catalunya sólo se invierte un promedio del 12% del PIB español anual pese a aportar el 22% del mismo PIB español?
¿Realmente las razones identitarias compensan el agravio que hemos sufrido por ejemplo con el AVE? EN Catalunya, por el AVE, el gobierno invirtió 316€ por catalán, pero en el mismo año invirtió 1.198€ por andaluz, 894€ por madrileño, 574€ por aragonés y 407€ por castellanomanchego.
¿Justifica el sentimiento de identidad pagar peajes y más peajes?
Es preciso ser estúpido para defender la dependencia de Catalunya con España cuando nosotros los catalanes, independientemente de si nos sentimos españoles o catalanes, si vamos con la roja o no, estamos perdiendo la oportunidad de vivir mejor. Estamos perdiendo la oportunidad de dar un futuro mejor a nuestros hijos por una cuestión identitaria y si uno se para a pensar fríamente llega a la conclusión que nadie no podría llegar en tolerar por una cuestión identitaria tal contradicción. ¿Aquellos que son tan identitarios aceptarían sufrir un agravio al revés?
España es un mal negocio a nivel cultural pero sobre todo a nivel económico, y lo es porque tratar a Catalunya como una colonia forma parte del su leitmotiv nacional.
Mientras el independentismo catalán de principios de los 80 y de los 90, pese a ser portador de la actual llama, respondía en muchos casos a cuestiones identitarias, que en algunos casos imposibilitaba una mayor aglutinación; podemos decir que a día de hoy se puede constatar con soltura a equivocarnos que el independentismo catalán del siglo XXI es transversal, plural, cívico y sobre todo democrático, por ello no deja de aumentar. El independentismo catalán crece porque las razones para apostar por un nuevo estado, son muchas y muy diversas; la cuestión económica, la supervivencia cultural, la profundización a nivel democrático, el derecho inalienable que tienen los pueblos a decidir su futuro, las cuestiones históricas, los agravios comparativos con España, la voluntad de vivir mejor, etc.
Por ello el abanico de razones son numerosas y porque la actitud del estado español hacia Catalunya no ha hecho nada más que contribuir y aumentar la desafección de los catalanes hacia a la España monolingüe y centralista. Por contra, el españolismo o unionismo en Catalunya sólo responde a día de hoy a puras razones identitarias, pero más allá de estas razones no se expone ningún argumento que justifique la actual dependencia de Catalunya con España. Y aquí, pese a que el discurso economista no entusiasme a ciertos colectivos independentistas, es donde podemos tejer complicidad con ciertos sectores de la sociedad catalana que hasta ahora no mostraban demasiadas simpatías hacia el independentismo. Al final, no sólo la situación cultural muestra el espíritu colonialista de España con Catalunya, el aspecto económico diría que es donde actualmente se visualiza de manera clara y rotunda la política colonial que fomenta la España constitucional respecto a Catalunya.
Porque si dejamos las razones identitarias a un lado y nos centramos en el día a día, ¿quién puede defender el espolio que padecemos todos los catalanes, independientemente de si se sienten españoles o catalanes?
¿Quién puede defender por razones identitarias que España robe a Catalunya 60 millones de euros al día a partir del déficit fiscal?
¿Quién puede defender que los estudiantes catalanes reciban sólo el 5% de todas las becas del estado y los estudiantes de Madrid reciban el 58%?
¿Quién no querría ver aumentada por meras cuestiones identitarias la renta per cápita anual de los catalanes en unos 2.400€ al año si tuviésemos seguridad social propia?
¿Quién puede defender que el “Ministerio de Cultura” haga un gasto anual por cada español de 47€ y por cada catalán sólo de 5€?
¿Quién querría viajar por puras cuestiones identitarias con el 40% de los trenes construidos por el estado durante la década de los 70 que se consideraron obsoletos y que aún circulan por Catalunya, mientras que Madrid sólo tiene el 4%?
¿Quién no querría ver a su país 7 veces más rico como dijo el Premio Nobel de Economía Aplicada en la UB el pasado mes de mayo?
¿Quién puede defender por causas identitarias que 1 de cada 3 años el Ministerio de Fomento no invierta nada de nada en Catalunya?
¿Quién quiere, pese a ser catalán y sentirse español, que cada año nos roben 20.000.000.000 de euros (11% del PIB), siendo así la región del mundo que sufre más déficit por parte de su gobierno? ¿Realmente sentirse español en Catalunya compensa eso?
Como residente en Catalunya, ¿quién puede tolerar, por cuestiones identitarias, que por cada 12,7 millones de euros que se invierten en medio-ambiente en el aeropuerto de el Prat, se inviertan 300 millones al de Barajas?
Por muy españolista que uno sea en Catalunya ¿se puede defender que entre 1985 y 2005 sólo se hayan construido en Catalunya 20km de autovías mientras que en Madrid se hagan cerca de 900 en idéntico periodo?
Por motivos identitarios ¿se puede aceptar y no protestar cuando en Catalunya sólo se invierte un promedio del 12% del PIB español anual pese a aportar el 22% del mismo PIB español?
¿Realmente las razones identitarias compensan el agravio que hemos sufrido por ejemplo con el AVE? EN Catalunya, por el AVE, el gobierno invirtió 316€ por catalán, pero en el mismo año invirtió 1.198€ por andaluz, 894€ por madrileño, 574€ por aragonés y 407€ por castellanomanchego.
¿Justifica el sentimiento de identidad pagar peajes y más peajes?
Es preciso ser estúpido para defender la dependencia de Catalunya con España cuando nosotros los catalanes, independientemente de si nos sentimos españoles o catalanes, si vamos con la roja o no, estamos perdiendo la oportunidad de vivir mejor. Estamos perdiendo la oportunidad de dar un futuro mejor a nuestros hijos por una cuestión identitaria y si uno se para a pensar fríamente llega a la conclusión que nadie no podría llegar en tolerar por una cuestión identitaria tal contradicción. ¿Aquellos que son tan identitarios aceptarían sufrir un agravio al revés?
España es un mal negocio a nivel cultural pero sobre todo a nivel económico, y lo es porque tratar a Catalunya como una colonia forma parte del su leitmotiv nacional.
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